top of page

Reich y la Potencia Orgástica

  • Foto del escritor: Luis Blanco
    Luis Blanco
  • 8 abr
  • 4 Min. de lectura

Introducción


El descubrimiento clínico de las corrientes vegetativas marca un punto de inflexión en la obra de Wilhelm Reich. Cuando la rigidez de la coraza muscular se disuelve, cuando los anillos de tensión crónica comienzan a aflojarse, el cuerpo despierta. Y lo que pulsa desde dentro no es solo sensación: es vida en flujo. Son corrientes dulces, vibrantes, difusas, que recorren el organismo como un río interno de placer y derretimiento. Reich llamó a estas sensaciones corrientes plasmáticas, protoplasmáticas, vegetativas o incluso orgonóticas: percepciones íntimas del propio campo vital.






Desarrollo Clínico – La Clínica de la Pulsación Viva


La potencia orgástica en Reich no es solo un concepto ligado a la función sexual. Es una cualidad de la presencia en el cuerpo, una capacidad de entrar y salir del flujo con libertad, sin disociación ni rigidez. En la clínica, el terapeuta que se orienta desde esta perspectiva no busca ajustar comportamientos ni interpretar símbolos, sino reabrir el campo pulsátil del cuerpo. Lo que está en juego no es el retorno a una infancia idealizada, sino la restitución de un cuerpo confiable, capaz de vibrar, sentir y entregarse.


Esta potencia solo puede emerger en un campo de resonancia: el encuentro vivo entre dos cuerpos donde se disuelven jerarquías y se abre espacio para el sentir. Cuando el terapeuta está presente con su propia respiración, con su propia escucha somática, puede ofrecer este campo de sostén. La presencia viva del terapeuta facilita el retorno de la motilidad: el cuerpo del paciente comienza a soltarse, a suspirar, a llorar, a temblar, a reír, sin dirección previa, sin un fin que no sea el propio movimiento.


Esta clínica no busca la cura como corrección, sino como apertura. No se trata de eliminar síntomas, sino de restaurar la función de pulsar, de confiar nuevamente en el placer como orientación.


Desarrollo Filosófico – Deseo, Pulsación y Subjetivación


La potencia orgástica, como fuerza que disuelve la rigidez del yo, nos conduce a una filosofía del cuerpo como devenir. En Reich, la potencia no es un atributo de la conciencia racional, sino un modo de existencia del cuerpo pulsante. En este sentido, se acerca a Spinoza, para quien el deseo es la esencia del ser. Desear no es carencia, es potencia de expansión, de entrar en composición con el mundo.


Nietzsche también resuena aquí: la voluntad de poder como fuerza creadora, intensiva, que no se somete a valores heredados. La coraza, en este contexto, es el efecto histórico de la moral, de la represión, de la domesticación del cuerpo. El cuerpo acorazado es el cuerpo moralizado, separado de su propia capacidad de sentir, desear, crear.


La liberación de la coraza es, por tanto, también un gesto político-filosófico: es el rechazo de la subjetividad fabricada por el miedo, el deber, la culpa. Es la afirmación de otra economía de la existencia, donde el placer, el flujo, la intensidad y el ritmo propio reemplazan el cálculo, el control y la conformidad.


Desarrollo Poético – El Cuerpo que Sueña por Dentro


Hay un cuerpo que sueña sin palabras.Un cuerpo que canta por dentro, en olas,como marea nocturna bajo la piel.


Este cuerpo no grita. Vibra.No pide. Pulsa.No argumenta. Siente.

Cuando la coraza se deshace, el tiempo cambia.El tiempo del yo —lineal, angustiado— cede su lugar al tiempo de la presencia.Y en medio del silencio, algo comienza a bailar.

Es el cuerpo vivo, el cuerpo que no quiere nada más que ser.Ser río, ser vientre, ser aliento, ser ritmo.


La potencia orgástica no es el grito del final,es el murmullo del medio.Es el instante en que el yo se olviday el mundo respira a través del cuerpo.


Reich y Nietzsche: La Potencia Orgástica como Fuerza de Vida


Cuando Reich declara, a finales de los años 40, que leyó a Nietzsche "muchas veces", ya está inmerso en una búsqueda que trasciende la medicina, el psicoanálisis e incluso la ciencia tradicional. Está buscando una filosofía de la vida. Y Nietzsche aparece como una especie de hermano oculto —aquel que ya había intuido, cien años antes, que el deseo es potencia de creación y que el cuerpo sabe más que la razón.


Nietzsche, como Reich, no separa vida y pensamiento. Ambos hablan desde el cuerpo y para el cuerpo. Para Nietzsche, la moral represiva (judeocristiana) es una forma de negar la potencia de la vida, de domesticar el deseo, de volver culpable al cuerpo por su propia fuerza. Para Reich, esa misma represión moral es el suelo donde germina la coraza —la rigidez muscular, psíquica y social que paraliza la espontaneidad del organismo.


Ambos denuncian el mismo proceso:Nietzsche lo llama nihilismo activo, esa negación de la vida disfrazada de valores superiores.Reich lo llama estructura autoritaria de la civilización, que produce neurosis al cortar la raíz viva de la motilidad vegetativa.


La potencia orgástica, entonces, se revela como antídoto del nihilismo. Es la afirmación del cuerpo como campo de creación, no como objeto de control. Es la vivencia de un incondicional a la vida, un que late en el ritmo del cuerpo liberado.


Nietzsche escribió:"El cuerpo es una gran razón. Una multiplicidad con un único sentido."

Reich podría haber dicho lo mismo —pues su concepto de funcionalismo orgonómico es el intento de escuchar esa "gran razón" del cuerpo, donde no hay separación entre afectos, sensaciones, pensamientos y movimientos. La unidad funcional que Reich percibe entre el sistema nervioso autónomo, los afectos y la respiración encuentra eco en la visión nietzscheana del cuerpo como inteligencia viva, voluntad de poder, campo de intensidades en transformación.


Ambos nos invitan a atravesar el miedo a la disolución del yo —pues la disolución del yo rígido es condición de la potencia. El yo, para Nietzsche, es una ficción útil. Para Reich, es una estructura defensiva que se endureció alrededor de un miedo primario. Liberar la vida no es eliminar el yo, sino disolver sus ataduras y ponerlo al servicio de la pulsación.

Nietzsche ve el éxtasis dionisíaco como el retorno de la vida a su estado vibrante, creador, premoral. Reich ve la orgasticidad como la reconexión con esa misma fuente —una pulsación cósmica que atraviesa el cuerpo y disuelve el aislamiento.


Así, la clínica reichiana, cuando es profundamente comprendida, no es solo una técnica terapéutica. Es un gesto filosófico y ético. Es la práctica de un devenir vivo que no se doblega ante el ideal de normalidad, sino que se abre a la intensidad, la libertad y el placer como modos legítimos y radicales de existir.

 
 
 

Comments


bottom of page