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Fenomenología de la Entrega

  • Foto del escritor: Luis Blanco
    Luis Blanco
  • 21 abr
  • 3 Min. de lectura

Del orgasmo al éxtasis: Reich más allá de las fronteras


Las sensaciones, los sentimientos, las emociones tienen un recorrido en el organismo, caminos que pueden ser interrumpidos, interceptados, bloqueados o circunscritos en determinadas zonas, puntos, áreas o regiones.


Toda interrupción localizada del movimiento interno genera una interrupción en la totalidad del organismo, en su expresividad como un todo funcional.






Al observar con atención, pueden percibirse puntos, zonas o áreas donde el movimiento interno (aquel que va de dentro hacia afuera o del centro a la periferia) se detiene, y esta interrupción ocurre simultáneamente con la suspensión de la respiración (el movimiento protoplasmático interno está sincronizado con el proceso respiratorio).


Esta interrupción se manifiesta como una contracción muscular, un espasmo, una crispación o alguna irregularidad visible y perceptible al tacto.


ES COMO SI UNA ONDA NO COMPLETARA SU MOVIMIENTO, UNA RUPTURA EN LA ESPONTANEIDAD DEL ORGANISMO QUE SE VUELVE PERCEPTIBLE, UN FLUJO QUE SE CONVIERTE EN MOVIMIENTO Y SE DETIENE, UNA PAUSA.


Esta pausa o interrupción en un lugar específico puede manifestarse con contracciones o movimientos sutiles en zonas distantes. Por ejemplo, un movimiento abdominal que se expande hacia arriba y se detiene a nivel diafragmático puede ir acompañado de un fruncimiento del ceño, un apretar de ojos, un cerrar de mandíbula, un tragar, una parada en la expansión torácica, una elevación de hombros, una inmovilización de la pelvis o una contracción de las piernas.


Cuanto más se disuelve la contracción del protoplasma (la materia viva en su conjunto) y se convierte en movimiento de dentro hacia afuera (del centro, eje del cuerpo, hacia la periferia: manos, dedos, piernas, pies), más intenso se vuelve el flujo, acompañado de transformaciones sensoriales que a veces resultan dramáticas y van de la mano con una respiración expansiva que puede volverse hiperventilatoria, abriendo el paso del aire por la garganta. Las corrientes de sensaciones transforman la vivencia del cuerpo y, si no se detienen, avanzan en un proceso cada vez más intenso con su propia lógica, deshaciendo lo rígido, licuando lo sólido, derritiendo estructuras y desorganizando lo previamente establecido.


El sujeto se siente arrastrado por una corriente acompañada de sensaciones y emociones, y puede intentar detener el proceso, recuperar el control, para lo cual necesita contraer músculos, tensar el cuerpo o inmovilizar la respiración. O bien, puede entregarse a la corriente, donde surge el miedo y la atracción por ser llevado. Todo control se desvanece, y el propio "yo" se diluye, perdiendo referencias (llegando incluso a un enfrentamiento simbólico con la muerte) para convertirse en pura experiencia —experiencia sin sujeto—, una disolución de la densidad, de la materialidad, una expansión de los límites habituales del organismo y la mente: un orgasmo profundo, un estado de paz, beatitud, ligereza, alegría, éxtasis.


Los movimientos se vuelven fluidos, espontáneos, económicos, conscientes pero sin un "yo" que los dirija. Las coordenadas de tiempo y espacio asociadas al ego se desvanecen, y el sentimiento de unidad se expande más allá de los límites corporales. El movimiento se torna imperceptible, emerge una quietud, la respiración se vuelve sutil, como si fuera la respiración misma del protoplasma en estado de relajación. La energía se potencia, el centro se disuelve, lo profundo se superficializa, y el organismo se convierte en pura existencia, vacuidad.


En este recorrido pueden aparecer pausas, expresiones emocionales, catarsis, resistencias, obstáculos o conflictos que narran la historia de las retracciones del protoplasma.


LA RETRACCIÓN DE LA SUSTANCIA VIVA ES UN BLOQUEO ENERGÉTICO. ESTA RETRACCIÓN ES MIEDO, ANGUSTIA, DEFENSA CONTRA EL DOLOR, PERO A LA VEZ ES LO QUE MANTIENE EL SUFRIMIENTO.

ENTREGARSE A LA CORRIENTE ES DISOLVER TODO DOLOR. ES LIBERACIÓN.


Este proceso es una purificación del pasado. Es atravesar todas las fases conflictivas del desarrollo, desbloquear las fijaciones bioenergéticas y liberar el potencial para llegar a Ser lo que se Es.


Florecer. ¡Convertirse en fragancia! A este estado puede llamársele Amor. Amor sin sujeto ni objeto.


Entregarse a la corriente es transformarse en energía, fuego purificador, quema del karma o los condicionamientos, liberándose de los temores.


Hay situaciones del pasado remoto y otras más recientes que se encadenan en acciones, relaciones, sentimientos y pensamientos actuales, aglomerándose, superponiéndose y condensándose en cadenas que pueden resolverse simultáneamente en un movimiento acelerado. Toda esa masa de causa y efecto se convierte en pura energía, movimiento en el espacio-tiempo vivido, y se disuelve en el vacío.


¡Las sensaciones, los sentimientos, las emociones son movimientos de la sustancia viva!

La compulsión a repetir, los automatismos, las estructuras del carácter, los patrones fijos, el conservadurismo y los hábitos rutinarios son detenciones del flujo energético. Flujos intensos de sensaciones y emociones, flujos de muerte y renacimiento, flujos de renovación. La interrupción de estos flujos es la organización de la energía en circuitos viciosos, patrones cristalizados, cortes en el intercambio con otros sistemas vivos: ¡Interrupción del contacto!


Otoño de 1989, Montevideo. Manoel Brandão.

 
 
 

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