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Las Tres Corazas: Bloqueos Musculares, Viscerales y Cerebrales en la Integración Orgánica

  • Foto del escritor: Luis Blanco
    Luis Blanco
  • 8 abr
  • 2 Min. de lectura

A partir de las ideas de Wilhelm Reich y los desarrollos de la Integración Orgánica, podemos comprender que el proceso de acorazamiento no se limita a la musculatura esquelética voluntaria. El bloqueo del flujo vital y de la capacidad de sentir involucra también los músculos lisos de los órganos internos e incluso las estructuras meníngeas que envuelven el sistema nervioso central. Esta ampliación nos permite hablar de tres capas del acorazamiento: la coraza muscular, la coraza visceral y la coraza cerebral.





Coraza Muscular (estriada-voluntaria)


Esta es la forma más conocida y estudiada en la tradición reichiana. Se refiere a las contracciones crónicas de los músculos esqueléticos, responsables de la postura, expresión corporal y movimiento voluntario. La coraza muscular moldea el carácter, sostiene defensas emocionales e interrumpe la libre pulsación del organismo. Se manifiesta como rigidez, hipertonía, dificultad para respirar plenamente y limitación en la expresión emocional y afectiva.


Coraza Visceral (lisa-involuntaria)


Esta capa se refiere a los músculos lisos que componen la estructura interna de órganos como intestinos, vasos sanguíneos, útero, pulmones y vejiga. La coraza visceral se manifiesta como tensiones involuntarias y crónicas que afectan funciones digestivas, sexuales, respiratorias y circulatorias. Reduce la pulsación del protoplasma en los órganos internos y limita la capacidad de sentir desde dentro hacia afuera. Muchas quejas psicosomáticas tienen origen en esta capa, donde la emoción es bloqueada en su tránsito visceral.


Coraza Cerebral (meníngea)


Menos explorada pero profundamente relevante, esta capa de bloqueo involucra las membranas que recubren el cerebro y la médula espinal: duramadre, aracnoides y piamadre. La coraza cerebral puede estar relacionada con sobrecarga cognitiva, disociación sensorial y rigidez de las funciones perceptivas. Cuando el flujo pulsátil alcanza el campo neurológico superior, hay un estrechamiento de la conciencia, pérdida de la percepción sutil y dificultad para conectar con el espacio interno. La coraza cerebral impide la resonancia fina, bloqueando el acceso a la sensación más profunda.


Estas tres capas no actúan de forma aislada. Se superponen e interactúan, formando un campo de bloqueo global que afecta la sensorialidad, motilidad y vitalidad del organismo en su conjunto. La clínica de la Integración Orgánica propone prácticas que acceden a estas diferentes capas mediante el tacto, la respiración, la palabra encarnada y la escucha resonante, promoviendo la reconexión con la pulsación original del organismo.


Desacorazarse no es solo relajar músculos, sino abrir canales de percepción y devolver al cuerpo su capacidad de sentir, pulsar, expresar y conocer el mundo desde sí mismo.

 
 
 

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