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Gramáticas del Erotismo: Georges Bataille – El exceso como verdad del cuerpo

  • Foto del escritor: Luis Blanco
    Luis Blanco
  • 28 mar
  • 1 Min. de lectura

El erotismo como transgresión y vértigo


Para Bataille, el erotismo no es celebración de la vida — es su fisura.

No es apaciguamiento — es temblor.

El erotismo no reconcilia: desgarra.

Desgarra el orden, la identidad, el Yo.






El deseo, en Bataille, no busca armonía ni plenitud.

Busca el exceso.

Busca el instante en que el cuerpo rebasa su propia forma.

Donde el límite entre placer y dolor, entre lo sagrado y lo profano, se borra.


"El erotismo es la aprobación de la vida incluso en la muerte."


Porque desear, para él, es arriesgarse a la pérdida.

Es caminar hacia el otro como quien avanza hacia el abismo —

no para caer, sino para sentir el cuerpo al borde.


El erotismo es transgresión,

pero no solo de la moral — de la identidad misma.

Es el momento en que dejamos de ser "uno" para convertirnos en puro temblor,

pulsación sin nombre, herida abierta a lo real.


Bataille habla de la desnudez como verdad.

No como exposición del cuerpo,

sino como acto de despojarse de la forma,

de arrancar las capas que nos vuelven funcionales.


Su erotismo es místico y carnal.

Crudo y extático.

Encuentra a Dios en el orgasmo y en el sacrificio.

No por religiosidad, sino por intensidad.

Porque allí el Yo se desvanece. Y en ese desvanecimiento hay potencia.


Leer a Bataille es enfrentar lo que en nosotros quiere romperse.

Es mirar al deseo como una fuerza que no busca realizarse,

sino solo arder, consumirse, estremecerse.


El erotismo, para él, es el campo donde la vida acepta morir por un instante

— y en ese instante, encuentra su forma más viva.

 
 
 

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