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Genovino Ferri y el Análisis Reichiano Contemporáneo

  • Foto del escritor: Luis Blanco
    Luis Blanco
  • 5 abr
  • 3 Min. de lectura

Profundizaciones, Biologización y límites


Genovino Ferri, psiquiatra italiano y alumno directo de Federico Navarro, desarrolló una importante ramificación de la vegetoterapia conocida como Análisis Reichiano Contemporáneo. Su propuesta representa, al mismo tiempo, una continuidad y un giro en el camino iniciado por Wilhelm Reich y sistematizado por Navarro.







Ferri reconoce los siete segmentos o niveles de tensión definidos en la Vegetoterapia Caracteroanalítica, pero propone una reorganización radical de la lectura descendente de estos niveles, al afirmar que la psicosis se arraiga en un nivel aún más profundo: el trofo-umbilical. Este nivel se localiza en la región abdominal, específicamente en la cicatriz umbilical, y se refiere a las primeras experiencias del feto en el útero. Según Ferri, el útero es el primer objeto parcial, y el cordón umbilical, la primera boca, siendo la nutrición intrauterina la matriz de experiencias primordiales de contacto, fusión y seguridad (o su ausencia).


En este modelo, las manifestaciones psicóticas, como delirios y alucinaciones, no se ven como fenómenos aislados de la mente, sino como reflejos tardíos de disfunciones ocurridas en el nivel visceral trofo-umbilical. Es decir, lo que se manifiesta en los ojos, oídos y en el habla del psicótico es expresión de un sufrimiento arcaico vivido en el vientre materno.


Ferri también introduce el concepto de "mente de rasgos", que representa una apertura importante respecto al modelo más rígido de Navarro. En lugar de categorías cerradas de carácter, reconoce que cada persona está compuesta por múltiples rasgos de diferentes niveles, organizados de forma singular. Esto se aplica también al terapeuta, que no es un "instrumento neutro", sino un cuerpo igualmente afectado por rasgos y que participa en la construcción de la relación terapéutica. Aquí, el setting clínico adquiere una nueva dimensión, que trasciende la asimetría técnica y se aproxima a un campo de co-regulación e interinfluencia viva.


Ferri y las Neurociencias: Activación Corporal y Cerebro


Ferri busca fundamentar su enfoque también en las neurociencias contemporáneas, afirmando que los actings psicocorporales —tal como los desarrollados por Navarro— son capaces de generar transformaciones efectivas en la estructura cerebral, al igual que los psicofármacos. Esto lo acerca a ciertos modelos psiquiátricos actuales y a investigadores como Stephen Porges, cuyos estudios sobre el Sistema Nervioso Autónomo y la Teoría Polivagal son frecuentemente citados por Ferri.


Esta aproximación entre vegetoterapia y neurociencia pretende respaldar empíricamente la eficacia clínica de los actings, promoviendo un diálogo con la psiquiatría institucionalizada. Sin embargo, esta aproximación también trae tensiones y límites.


Crítica al Biologismo y al Silenciamiento de lo Político


A pesar de sus avances clínicos, la propuesta de Ferri mantiene un sesgo biologizante muy marcado. El DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales) es frecuentemente validado en su enfoque, sin una crítica profunda a los supuestos culturales, históricos o económicos que sustentan tales categorías diagnósticas. Con esto, los aspectos históricos, sociales y políticos del sufrimiento psíquico tienden a ser silenciados —una característica que no es exclusiva de Ferri, pero que atraviesa gran parte de las escuelas reichianas posteriores a Navarro.


Esta biologización progresiva del pensamiento reichiano contrasta con la riqueza del propio Reich en su fase social y política, especialmente en los años 1930, cuando articulaba el cuerpo, la sexualidad y el inconsciente con el contexto social, las formas de opresión y las estructuras colectivas de poder.


La Integración Organísmica como Cuerpo en Devenir


Es aquí donde la Integración Organísmica (IO) se diferencia y propone otro camino: un cuerpo en devenir, capaz de sostener y ser atravesado por intensidades, como sugieren autores como Deleuze y Guattari, pero también Nietzsche, Spinoza, Winnicott y otros. En lugar de una búsqueda de normalización o adaptación del cuerpo al modelo genitocéntrico o al DSM, la IO propone un campo de experimentación viva, donde el cuerpo se compone con deseo, afecto, tiempo, espacio, estética y ritmo.


La IO reconoce los méritos de las contribuciones clínicas de Ferri, así como las de Peter Levine, Stephen Porges, Bessel van der Kolk, entre otros, pero también percibe sus límites cuando dejan de lado el plano político, histórico y cultural de la producción de subjetividad. La IO es, por tanto, una clínica y una filosofía del cuerpo que:


  • Reivindica el legado vivo de Reich sin dogmatismos.

  • Asume el cuerpo como campo de intensidades y composición de fuerzas.

  • Integra conocimiento clínico, científico, filosófico y artístico.

  • Acoge la complejidad de lo humano sin reducirlo a biología o técnica.

 
 
 

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