Crítica a la Teoría Polivagal: ¿Dónde está el Deseo?
- Luis Blanco
- 6 abr
- 3 Min. de lectura
Crítica al Modelo de Stephen Porges
La Teoría Polivagal, al proponer una lectura sofisticada del funcionamiento del Sistema Nervioso Autónomo, ha contribuido enormemente a la escucha clínica del trauma, la regulación afectiva y las experiencias de seguridad relacional. Sin embargo, esta teoría se mantiene dentro de una matriz biologizante y adaptativa: el organismo se entiende, sobre todo, como un sistema que busca evitar la amenaza y preservar la vida.

En este modelo:
El énfasis está en la regulación homeostática: la ventana de tolerancia y la corregulación como formas de restaurar el equilibrio.
El afecto se interpreta principalmente como: una respuesta del SNA a estímulos de seguridad o peligro.
La subjetividad aparece de forma secundaria: como un epifenómeno de la autorregulación.
Aunque estas comprensiones son valiosas en la clínica del trauma, existe el riesgo de reducir la experiencia humana a la biología de la supervivencia, donde el deseo, la creación, la invención, el éxtasis, la transgresión y la apertura a lo desconocido no encuentran lugar.
La Integración Organísmica: Deseo, Potencia y Cuerpo Creador
La Integración Organísmica (IO) parte de otro paradigma: no basta con sobrevivir, es necesario vivir. Y vivir aquí no significa solo estar en equilibrio, sino habitar el cuerpo como un campo de creación, deseo y potencia en devenir.
El deseo, inspirado en Spinoza, Deleuze, Nietzsche y Reich: no es una falta por llenar, sino una fuerza activa que busca expandir la potencia de existir.
El cuerpo no es solo un sistema que responde a amenazas: sino un campo sensible que experimenta, pulsa, varía, vibra y crea nuevas formas de presencia.
La clínica no se orienta únicamente por la seguridad: sino también por la intensidad modulada, el éxtasis encarnado y el acto creador de subjetividad.
En este sentido, la IO reconoce los límites del enfoque polivagal: es útil para restaurar la base del funcionamiento orgánico y relacional, pero insuficiente para pensar el deseo, el placer, el erotismo, el arte y el encuentro como fuerzas vivas en el cuerpo.
De un organismo de defensa a un cuerpo de invención
La IO propone que la clínica no es solo el lugar de cura de las heridas, sino el campo de emergencia de lo nuevo:
Donde la respiración se convierte en: ritmo creador.
Donde la presencia se abre como: espacio de devenir.
Donde el cuerpo deja de ser una amenaza para sí mismo y se transforma en: soporte de alegría y afectación.
Por eso, la IO no es solo un enfoque terapéutico: es también una ética del deseo, una estética de la existencia y una política de lo sensible.
Más allá de la seguridad: El cuerpo como acontecimiento
La crítica de la IO al modelo de Porges es que, al permanecer atrapado en el paradigma de la supervivencia y la seguridad, pierde lo más vivo de la experiencia:
La posibilidad de ir más allá de lo conocido.
De entrar en estados ampliados de conciencia.
De dejarse atravesar por intensidades.
De renacer en el cuerpo.
Mientras que la Teoría Polivagal opera principalmente en el campo de la neurobiología, la IO se articula con:
Nietzsche: el cuerpo como voluntad de potencia, no como máquina de adaptación.
Spinoza: el deseo como esencia del ser, y el afecto como variación de la potencia de existir.
Deleuze y Guattari: el cuerpo sin órganos, el devenir, el deseo como producción (no como carencia).
Maturana: conocer es vivir, y vivir es constituir mundos, no solo adaptarse a ellos.
Conclusión: Una clínica del deseo y la creación
La Integración Organísmica acoge la escucha fina del sistema nervioso y reconoce la importancia de la seguridad, pero no se detiene ahí. Propone una clínica que:
Modula afectos.
Escucha pulsaciones.
Acompaña devenires.
Abre el cuerpo a otras formas de presencia.
En lugar de calmar para normativizar, la IO busca afinar para crear.
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