Gramáticas del Erotismo: Una Erótica del Cuerpo Vivo
- Luis Blanco
- 27 mar
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 28 mar
Más allá de la curva orgásmica y del saber fálico, existe un erotismo que no cabe en los manuales ni en las estadísticas del orgasmo. Un erotismo que no se somete a la lógica del rendimiento, de la penetración, del desempeño o de la ciencia del placer. Una erótica viva, vibrátil, que no busca llegar a un punto final, sino habitar los recovecos del cuerpo en su sensibilidad.

En la Integración Organísmica, abrimos espacio para una erótica de lo sensible, que no reduce el cuerpo a un mecanismo de excitación y descarga. El placer aquí no es una cumbre, sino un paisaje. No es un fin, sino un recorrido palpitante entre resonancias, silencios y entrega.
Rechazamos la dictadura de la fórmula orgásmica —incluso la de Reich, cuando se impone como medida de salud—. No hay una única forma de palpitar. No hay un estándar para la entrega. La vitalidad no obedece a las estadísticas de la excitación ni a la normatividad genital. Deseamos una erótica que no excluya el corazón, la piel, la pausa ni la mirada.
Nos inspiramos en Anaïs Nin, que hizo del diario un cuerpo donde el deseo respira entre líneas. En D.H. Lawrence, para quien el cuerpo amaba antes que el lenguaje. En Audre Lorde, que vio en lo erótico un poder creador y político. En Clarice Lispector, donde el deseo habita el intervalo entre el silencio y el vértigo. Y en tantas otras mujeres y poetas que bailaron con lo indecible, con lo que tiembla antes de ser nombrado.
Esta erótica no es solo sexual. Es estética, relacional, existencial. Puede nacer de un roce en el hombro, de una respiración compartida, de un gesto contenido. Puede ser una palabra que calienta, un espacio de confianza, una danza de miradas. Es el cuerpo como campo de presencia, no como instrumento.
En la clínica, esto significa escuchar el cuerpo que vibra y no solo el que responde. Invitar al placer a entrar por la puerta del afecto, y no por la obligación del clímax. Permitir que el deseo recupere su dignidad: no como carencia, sino como fuerza de expresión.
Erótica orgánica es el deseo que no se somete al consumo. Es el placer que no se mide. Es el cuerpo que no se encierra en órganos, sino que se abre al mundo.
Esta erótica late en la IO como campo de investigación viva, como práctica y como arte.
No hay mapa. Hay travesía.




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