top of page

Nietzsche y la Clínica como Transvaloración: Cuerpo Trágico, Deseo Vivo

  • Foto del escritor: Luis Blanco
    Luis Blanco
  • 8 abr
  • 3 Min. de lectura

La Crítica a la Razón: más allá de la conciencia como tirano


Nietzsche desvela una operación invisible en Occidente: la elevación de la razón como juez supremo de la experiencia. Llama a esta razón "tirana de la conciencia", que reduce el cuerpo a obediencia, transforma el deseo en pecado y la experiencia en cálculo.


Reich encuentra, en la clínica, el resultado encarnado de esta operación: un cuerpo que respira poco, que no siente plenamente, que está anestesiado o bajo control permanente. La coraza es el brazo somático de esta tiranía racional. La respiración acortada, los músculos endurecidos y la rigidez de la expresión emocional son el rostro encarnado del ideal ascético: un cuerpo funcional, obediente, adaptado.


La Integración Organísmica invita al cuerpo a liberarse de esta hipnosis racional —no para caer en lo irracional, sino para reintegrar la inteligencia de la sensación, de la pulsación, del afecto como formas legítimas de saber y vivir.




ree



La Dimensión Trágica: clínica sin promesa de salvación


Nietzsche reconoce que vivir es trágico. No hay redención, no hay final feliz garantizado. Pero lo trágico, para él, no es pesimismo: es el campo donde se afirma la vida a pesar de su precariedad, su dolor y su transitoriedad.


La clínica inspirada en Nietzsche (y en Reich) no promete cura como retorno a la normalidad. Propone un devenir más intenso, más pulsante, más ético. El dolor no se evita, se atraviesa. La angustia no se borra, se transforma en potencia. La crisis no es solo síntoma, es posibilidad de nacimiento de nuevos modos de vida.


Este es el suelo trágico de la potencia orgástica: un cuerpo que acepta la vida en sus excesos, sus vacíos, sus impases —y aún así responde con creación.


El Cuerpo Artista: crearse a sí mismo como obra


Nietzsche propone que seamos artistas de nosotros mismos. Y el artista, en su visión, no crea a partir de un modelo externo, sino de la transmutación de sus propios afectos. Del dolor, hace belleza. De la angustia, hace estilo. Del caos, hace forma.


Reich ve en la liberación de la coraza una experiencia creadora: a medida que la rigidez se disuelve, el cuerpo comienza a moverse de forma inédita, a respirar diferente, a inventar un nuevo ritmo. Surge un cuerpo que no solo vive —sino que baila su singularidad.

La Integración Organísmica reconoce esto: el cuerpo, al reencontrar su pulsación, se convierte en un campo de creación estética, erótica y ética.


Genealogía de la Represión: de la moral a la coraza


Nietzsche escribe una genealogía de la moral: cómo los valores de obediencia, culpa y sacrificio se construyeron históricamente para controlar el deseo y la potencia. Reich hace algo similar en el nivel de la psique y el cuerpo: muestra cómo la coraza es una formación histórica, una forma de subjetividad producida socialmente, como respuesta a la represión de las pulsiones vivas.


Esta genealogía es fundamental para la clínica contemporánea: desplaza el foco de la patología individual a los procesos colectivos de producción del sufrimiento. La represión, la normatización y la moralización de la pulsación son políticas del cuerpo. Y su reversión es también un acto político.


Transmutación de los Afectos: el resentimiento y su disolución


Nietzsche denuncia el resentimiento como afecto central de la moral reactiva: el sujeto que no puede actuar, que no puede pulsar, que no puede afirmar su potencia, transforma su dolor en odio, culpa, juicio. Este resentimiento genera coraza. Pero puede ser transmutado.

La clínica reichiana abre el espacio de esta transmutación: cuando el cuerpo reencuentra el placer sin culpa, la tristeza sin retracción, el miedo sin parálisis —los afectos vuelven a circular. La energía atrapada en forma de tensión se disuelve en olas de calor, en lágrimas, en temblores dulces, en alegría. Esto no es cura en sentido médico —es reconversión de la energía vital en expresión.


Eterno Retorno como Experiencia: habitar el instante como eternidad


Nietzsche propone que el eterno retorno no sea solo una idea, sino una prueba existencial: ¿puedo decir que sí a este instante, a este cuerpo, a esta respiración, como si fuera a repetirlo eternamente?


La potencia orgástica es esto: un momento de sí absoluto al ser. No hay falta, ni búsqueda, ni ideal. Solo hay la presencia vibrante del cuerpo que siente —y se basta. Es en este instante que el tiempo se detiene, el yo se disuelve, y el mundo se revela en su pulsación.


 
 
 

Comentarios


bottom of page