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Epistemología Viva: Entre Reich y Maturana

  • Foto del escritor: Luis Blanco
    Luis Blanco
  • 8 abr
  • 3 Min. de lectura

Wilhelm Reich y Humberto Maturana, cada uno a su manera, realizaron rupturas decisivas con los modelos clásicos de conocimiento, colocando al organismo vivo en el centro de la experiencia epistémica. Ambos proponen una superación del dualismo cartesiano —la separación entre mente y cuerpo, sujeto y objeto—, pero lo hacen por caminos distintos que se complementan profundamente.




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Reich: lo sensible como núcleo del conocer


Reich inicia su trayectoria dentro del psicoanálisis, pero pronto lo trasciende al buscar una comprensión energética y biológica de la vida psíquica. Desde los años 1920, con su texto Sobre la energética de los impulsos, su preocupación es entender cómo la libido —tomada inicialmente como concepto freudiano— se manifiesta en el cuerpo vivo. Su investigación lo lleva al estudio del protoplasma, donde percibe una base viva común a todos los organismos, capaz de contraerse y expandirse en respuesta al entorno.


Para Reich, la emoción es la expresión del movimiento plasmático. La sensación, la pulsación y la motilidad son formas primitivas de conocer. En sus experimentos de laboratorio, busca demostrar cómo lo no vivo se organiza en vivo, intentando captar el momento de transición entre materia y vida —como en sus estudios con los biones. Su epistemología es profundamente sensorial: el conocer nace de la sensación, y el cuerpo es el lugar donde el mundo se revela como experiencia inmediata.


Maturana: el cierre autopoiético y el conocer como vivir


Maturana, en cambio, parte de la biología molecular y la neurofisiología para proponer una teoría radical del conocimiento basada en la autopoiesis: la capacidad de los sistemas vivos de producirse y mantenerse a sí mismos. Para él, los sistemas vivos son operacionalmente cerrados —es decir, no reciben "información" del entorno como algo dado, sino que reaccionan según su estructura interna. El mundo que cada ser vivo conoce es inseparable de su propia organización.


Maturana afirma: "Vivir es conocer, y conocer es vivir". El conocimiento no es representación de un mundo externo, sino una dinámica relacional encarnada, inseparable de la vida. El lenguaje, la emoción, la acción —todo ocurre como coordinación de acciones en contextos relacionales, es decir, como acoplamiento estructural. La emoción no es un ruido en el conocer, sino su fundamento: sin emoción, no hay lenguaje; sin cuerpo, no hay mundo.


Convergencias: el cuerpo vivo como base del conocer


A pesar de sus orígenes distintos, Reich y Maturana convergen en puntos cruciales:


  • Ambos reconocen que el conocimiento no es abstracción, sino encarnación.

  • Para los dos, el sujeto no es un observador externo del mundo, sino un modo de vivir, pulsar, sentir y actuar.

  • Ambos rechazan el ideal de objetividad clásica y proponen una epistemología encarnada, arraigada en la experiencia viva.


Si Reich busca el núcleo sensible de la vida en la sustancia plasmática y en sus funciones básicas (expansión, contracción, emoción), Maturana ve ese núcleo como una red autopoiética, que se cierra sobre sí misma y se acopla al mundo mediante la acción y la emoción. Donde Reich busca restaurar la pulsación de la vida contra la coraza caracterial, Maturana propone comprender cómo esa vida se organiza en redes de coherencia sistémica, en un continuo entre lo biológico y lo relacional.


Diferencias complementarias


  • Reich investiga la transición de lo no-vivo a lo vivo y se interesa por la materia viva vibrátil, intentando captar su emergencia en el laboratorio.

  • Maturana, en cambio, se niega a aplicar la idea de autopoiesis a lo no-vivo y se mantiene dentro del campo de los sistemas vivos moleculares.

  • Reich valora la sensación y el placer como orientación fundamental de la vida.

  • Maturana se enfoca en la emoción como configuración relacional y en el lenguaje como dominio de acoplamientos sociales.


Hacia una epistemología integrada de lo sensible y lo relacional


La aproximación entre Reich y Maturana permite pensar una epistemología orgánica, que una:


  • la sensorialidad vibrátil (Reich),

  • con la dinámica relacional autopoiética (Maturana),

  • articulando placer, emoción y lenguaje como modos de existir y conocer.


Esta perspectiva abre camino para una clínica, una pedagogía y una ciencia no objetivantes —una ciencia de lo sensible, donde conocer es sentir, vivir, pulsar y relacionarse.

 
 
 

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