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Gramáticas del Erotismo: Anaïs Nin – El diario como cuerpo que desea

  • Foto del escritor: Luis Blanco
    Luis Blanco
  • 27 mar
  • 1 Min. de lectura

Actualizado: 28 mar

La escritura como erótica de lo invisible


Anaïs Nin no escribía sobre sexo — escribía con el sexo.

Pero no ese sexo explícito, instrumental, performático.

Escribía con el sexo como quien respira por la piel, como quien toca el mundo con los poros.

Su escritura es un cuerpo vivo que late entre las palabras, donde el deseo no es objeto, sino atmósfera.



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En sus diarios, Anaïs nos entrega una erótica del secreto, del silencio y de la escucha interna.

No describe el placer: lo evoca, lo susurra, lo rodea.

Vive el erotismo como modo de percepción, como campo vibrátil entre el yo y el otro.

"La única anarquía posible es la del deseo", parece decir cada página.


Nos invita a confiar en lo que no se muestra.

En la pausa antes del tacto.

En el movimiento antes de la acción.

En la mirada que no domina.


Su escritura habita el intervalo entre el sueño y la piel, entre la fantasía y el gesto.

El erotismo, para Anaïs, no es conquista, sino invitación.

No es poder sobre el otro, sino el fascinio de perderse en él.


Nos recuerda que el deseo no tiene guión.

Que el cuerpo, cuando es escuchado, escribe con su propia tinta.

 
 
 

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