Psicoterapia y Educación Somática

LA MEDICALIZACIÓN DE LA EXISTENCIA
La psiquiatría moderna ha reducido el cuerpo a una máquina neuroquímica, ignorando los afectos y la experiencia vivida, atrapada aún en el dualismo cartesiano.
La Medicalización de la Existencia
La psiquiatría nunca desarrolló una teoría propia del cuerpo y los afectos, porque siempre operó dentro de los supuestos biomédicos heredados de la medicina moderna, sin cuestionar sus fundamentos filosóficos o epistemológicos. El cuerpo de la psiquiatría no es un cuerpo vivido, palpitante, intensivo, afectivo—es un cuerpo reducido a su función orgánica, regulado por neurotransmisores y circuitos cerebrales. Esta ausencia de una teoría propia del cuerpo y los afectos revela cómo la psiquiatría siempre ha estado atrapada en un dualismo cartesiano, donde la mente y el cuerpo son tratados como entidades separadas, con la psiquiatría ocupándose de la "mente" y la medicina del "cuerpo".
El Cuerpo en la Psiquiatría: Máquina u Organismo Muerto
La psiquiatría nunca superó los límites del modelo biomédico tradicional, donde el cuerpo es entendido de forma mecánica, como un conjunto de partes que pueden ser aisladas, diagnosticadas y reparadas. Este modelo, originado en la medicina moderna, refuerza una visión:
Mecanicista: El cerebro es visto como una computadora que procesa información y regula comportamientos, y los afectos son reducidos a reacciones neuroquímicas.
Reduccionista: El sufrimiento psíquico no es comprendido en su complejidad, sino reducido a déficits neuroquímicos o fallas genéticas.
Dualista: La psiquiatría opera dentro del paradigma cartesiano, donde el sujeto pensante ("res cogitans") está disociado del cuerpo material ("res extensa"), incluso cuando finge negar esta separación.
La psiquiatría, a lo largo de la historia, nunca formuló una concepción filosófica y antropológica del cuerpo, apoyándose en modelos fragmentados que solo refuerzan los prejuicios de sus propios practicantes.
La Psiquiatría y la Falta de una Teoría de los Afectos
La psiquiatría tampoco construyó una teoría propia de los afectos, ya que siempre los interpretó dentro de marcos clínicos y categorías patológicas. Lo que llamamos afecto—esa potencia de ser afectado, esa vibración fundamental del cuerpo vivo—fue disuelto en síntomas clínicos.
La tristeza se convirtió en "depresión mayor".
La euforia se convirtió en "trastorno bipolar".
La ansiedad se convirtió en "trastorno de ansiedad generalizada".
La intensidad emocional se convirtió en "trastorno de personalidad borderline".
El afecto, que podría ser entendido como una dinámica vital, como algo que emerge del propio flujo de la experiencia humana, fue capturado por diagnósticos que no tienen en cuenta su historicidad, su potencia y sus formas singulares de manifestación.
Los afectos no son tratados como elementos de la experiencia humana, sino como disfunciones que deben ser reguladas, generalmente a través de la farmacología. Este enfoque borra cualquier reflexión filosófica o antropológica sobre lo que significa sentir y ser afectado.
3. Psiquiatría y Cuerpo Cartesiano: El Dualismo Todavía en Vigor
Incluso cuando la psiquiatría moderna intenta "superar" el dualismo mente-cuerpo, sigue atrapada en el paradigma cartesiano, ya que solo desplaza el problema:
En lugar de hablar de una mente separada del cuerpo, ahora habla de desequilibrios cerebrales.
El sujeto sigue siendo una abstracción, ahora transformado en un "paciente" que puede ser tratado con neurotransmisores.
La subjetividad es reducida a modulaciones químicas, sin ninguna consideración por los aspectos sociales, históricos y existenciales de la experiencia humana.
Este dualismo es disfrazado por un discurso materialista, pero en la práctica, sigue operando como un sistema de separación: el sujeto pensante y el cuerpo neuroquímico son solo dos caras del mismo modelo reduccionista, donde la psiquiatría trata el cerebro e ignora el cuerpo como experiencia vivida.
El Cuerpo Vivido y la Experiencia Afectiva: Lo que Falta en la Psiquiatría
Lo que la psiquiatría nunca logró incorporar es la noción de cuerpo vivido, como fue desarrollada por pensadores como Merleau-Ponty, Spinoza y Nietzsche. Esta perspectiva ve el cuerpo no como una máquina, sino como un campo de intensidades, de afectos, de movimientos y variaciones.
Para Merleau-Ponty, el cuerpo es el medio por el cual experimentamos el mundo—no es un objeto, sino una relación viva con la realidad.
Para Spinoza, el cuerpo es un campo de potencia, y los afectos son fuerzas que aumentan o disminuyen esa potencia.
Para Nietzsche, el cuerpo es voluntad de poder, un campo de fuerzas en constante transformación, más allá de la racionalidad cartesiana.
Si la psiquiatría quisiera realmente avanzar, tendría que abandonar su modelo mecanicista e integrar estas perspectivas que tratan al cuerpo como un proceso intensivo y no como un conjunto de piezas aisladas.
Conclusión: Psiquiatría sin Cuerpo y sin Afectos
La psiquiatría oficial no posee una teoría del cuerpo y los afectos porque nunca necesitó desarrollarla—siempre se apoyó en los modelos reduccionistas de la medicina, absorbiendo sus supuestos sin cuestionarlos. Esto hace que:
El cuerpo psiquiátrico sea solo el cuerpo médico—un organismo pasivo, sin historia, sin singularidad, que puede ser regulado químicamente.
Los afectos sean reducidos a síntomas psiquiátricos, sin tener en cuenta su potencia y su papel en la experiencia humana.
El dualismo cartesiano siga vigente, incluso cuando la psiquiatría finge superarlo.
La psiquiatría, si quiere avanzar de verdad, necesita salir de esta postura médica tradicional y abrirse a un pensamiento que integre cuerpo y mente, afectos e historia, singularidad y contexto. Pero para ello, tendría que romper con su función social de normalización y control—y eso es algo que la psiquiatría, tal como es hoy, difícilmente hará por sí misma.
