Psicoterapia y Educación Somática

Política del Cuerpo: Filosofías Decoloniales y el Buen Vivir
El punto de inflexión: la crítica decolonial
La filosofía moderna europea —de Descartes a Hegel— construye una ontología del sujeto autónomo, del “yo pienso” separado del mundo. Esta ontología se apoya en tres pilares: la separación entre sujeto y objeto, el dominio técnico sobre la naturaleza y la idea universalista de razón y progreso.
Para Enrique Dussel y Rodolfo Kusch, este modelo es colonial porque impuso al resto del mundo una forma particular de ser y de conocer, descalificando las ontologías no dualistas, comunitarias y relacionales. La colonización no fue solo militar y económica —fue también epistémica y ontológica: destruyó modos de ser y de sentir que no cabían en el paradigma occidental.
“El pensamiento europeo nace negando al otro como fuente de sentido.” — Enrique Dussel, Ética de la Liberación
Rodolfo Kusch: el “estar” americano
Rodolfo Kusch (1922–1979), filósofo argentino, fue uno de los primeros en formular una filosofía andina de la existencia. Para él, el ser humano europeo vive en la lógica del “ser” (ser algo, afirmarse), mientras que el americano originario vive en la lógica del “estar” (estar en el mundo, estar con).
El “ser” es abstracto, identitario, fundado en la razón y en la separación.
El “estar” es concreto, relacional, fundado en la tierra y en el vínculo.
El “estar” es el modo propio de la existencia amerindia: estar en la Pachamama, sentirse parte del suelo, de las montañas, de los ríos. Mientras el “ser” busca dominar el mundo, el “estar” busca pertenecer.
“Mientras el europeo es, el americano está.” — Rodolfo Kusch, América Profunda
El “estar” no es una inferioridad ontológica, sino una sabiduría de la cohabitación: la conciencia de que somos parte de un tejido vivo y de que el equilibrio depende de mantener las relaciones de reciprocidad.
Enrique Dussel: la exterioridad y el otro
Enrique Dussel propone una filosofía de la liberación que parte de la experiencia histórica de la colonialidad. Critica el “mito de la modernidad” —la idea de que Europa representa lo universal y que el resto del mundo debe alcanzarla.
Dussel propone una ética de la exterioridad: reconocer al otro (los pueblos originarios, los pobres, los excluidos) no como objeto de inclusión, sino como fuente originaria de sentido. La exterioridad es el lugar donde nace la posibilidad de una ontología alternativa, no centrada en el ego cartesiano, sino en la relación viva entre sujetos encarnados.
“La liberación no es una nueva totalidad, sino el reconocimiento de la exterioridad que nos habita.” — Dussel, Filosofía de la Liberación
Ontología eurocéntrica vs. Ontología amerindia
La diferencia fundamental entre la ontología eurocéntrica y la ontología originaria de América del Sur puede resumirse así:
Aspecto | Ontología Eurocéntrica | Ontología Amerindia |
Principio | “Pienso, luego existo” (Descartes) | “Me relaciono, luego existo” |
Lógica | Ser (sustancia, identidad) | Estar (relación, presencia) |
Relación con la naturaleza | Dominio, objetificación | Pertenencia, reciprocidad |
Tiempo | Lineal, progresivo | Circular, rítmico, cíclico |
Cuerpo | Instrumento del sujeto | Cuerpo como territorio vivo |
Conocimiento | Abstracción racional | Sabiduría encarnada y ritual |
Comunidad | Contrato social | Tejido de interdependencia |
Ética | Universalismo de la razón | Ética del cuidado y la reciprocidad |
Esta diferencia no es solo teórica —es ontopolítica: define modos distintos de vivir, de sentir y de existir.
El Buen Vivir como paradigma decolonial
El “Buen Vivir” es el nombre político y espiritual de esta ontología del “estar”. Propone una ética de la convivencia y de la suficiencia, en lugar de la ética del progreso y de la acumulación. A diferencia de la idea occidental de “desarrollo”, el Buen Vivir propone des-envolverse —liberarse de las capas de alienación que separan al humano de su medio vital.
El Buen Vivir es la reinscripción del estar en el centro de la vida. Es una cosmología relacional, donde lo humano, lo vegetal y lo espiritual comparten el mismo plano de inmanencia. Esta visión coincide con lo que Deleuze llamaría plano de consistencia: el campo donde todas las fuerzas se encuentran y se transforman mutuamente.
Conexión con la Integración Organísmica
La Integración Organísmica (IO), al comprender el cuerpo como un campo de resonancia y al sujeto como proceso en relación, se alinea directamente con la ontología del “estar”. La IO no busca “corregir” el cuerpo, sino restaurar el vínculo entre cuerpo, ambiente y campo relacional —el mismo movimiento que los pueblos originarios llaman Sumak Kawsay.
Así como Dussel habla de una “ética de la exterioridad”, la IO habla de escucha de la alteridad viva: el terapeuta y el paciente se co-crean en un campo de presencia. El cuerpo, en este contexto, es un pliegue de la Tierra, un lugar de paso del flujo vital.
Síntesis: filosofía del estar vivo
La filosofía decolonial latinoamericana —de Dussel a Kusch— nos invita a desplazar el eje de la filosofía: del Ser abstracto al estar vivo; de la sustancia a la relación; de la separación al pertenecer.
El Buen Vivir es la expresión encarnada de este desplazamiento: una ontología de la Tierra, una ética de la reciprocidad y una estética de la convivencia. En esta perspectiva, pensar, sentir y vivir se vuelven el mismo gesto: estar en relación con lo que vive.
“Mientras el pensamiento europeo busca ser, el pensamiento amerindio busca estar —y, en ese estar, descubre que el mundo es un cuerpo común.”
