Psicoterapia y Educación Somática

¿Qué continúa después de la muerte? Dzogchen, Alan Watts y Deleuze
En el Budismo Tibetano: ¿qué continúa?

En la tradición Dzogchen del Budismo Tibetano, no existe un “yo” permanente. Lo que continúa tras la muerte es un flujo de mente-energía, una mente sutil que conserva tendencias, hábitos y karma.
No es un alma fija, como en las tradiciones occidentales.
Ni un ego psicológico estable.
Es un continuo de luminosidad y vacío, que se manifiesta como una “corriente de apariciones”.
Este flujo atraviesa los bardos —estados intermedios post-mortem— y lleva consigo semillas kármicas que pueden dar lugar a una nueva forma de existencia.
En Alan Watts
Para Alan Watts, el “yo” es una ficción funcional, una convención lingüística útil. Según él:
“La conciencia no termina con la muerte, sino que regresa al todo, como una gota que vuelve al océano. Morir es como exhalar y no volver a inhalar — es el Tao en movimiento.”
No hay un “más allá” con identidad fija. Lo que hay es el eterno ahora, el gran juego cósmico desplegándose en formas y disoluciones.
En Deleuze y Guattari
En la filosofía de Deleuze y Guattari, la pregunta “¿quién continúa?” ya no tiene sentido. No hay un “alguien”. Lo que hay son líneas de devenir, intensidades que se desplazan, fuerzas que atraviesan cuerpos.
“Lo que continúa son los agenciamientos, los trazos, los afectos que pasan de cuerpo en cuerpo como variaciones en el campo de la vida.”
No hay reencarnación, pero sí reconexión de fuerzas, repeticiones que no regresan al mismo punto, sino que generan diferencia.
Punto de encuentro
A pesar de sus diferencias, hay convergencias:
Ninguno de ellos cree en un "yo-objeto" que persiste.
Todos hablan de un tipo de flujo, campo, luz o devenir que continúa sin identidad fija.
En Dzogchen, se le llama mente clara-luz.
En Watts, es el retorno al Tao.
En Deleuze, es el plano de consistencia, donde el cuerpo sin órganos sigue vibrando.
Iluminación y muerte en Dzogchen
¿Qué es la iluminación?
En Dzogchen, la iluminación es el reconocimiento directo de la verdadera naturaleza de la mente:
Vacía – sin forma ni sustancia.
Luminosa – clara, consciente, abierta.
No dual – más allá de la separación entre sujeto y objeto.
Esta mente esencial se llama mente clara-luz (osel). No nace ni muere.
¿Qué cambia para quien está iluminado?
Durante el proceso de la muerte, todos pasamos por cuatro bardos:
Bardo del morir – disolución de los elementos y los sentidos.
Bardo de la clara-luz – manifestación de la mente esencial.
Bardo de las apariencias – visiones simbólicas, luminosas o confusas.
Bardo del devenir – transición hacia un nuevo nacimiento.
Para una persona iluminada:
Reconoce la clara-luz como su propia esencia.
Ya no hay apego, miedo ni confusión.
La liberación ocurre allí mismo, sin necesidad de un nuevo renacimiento.
¿Y para quien no está iluminado?
Incluso practicantes avanzados, si no reconocen la clara-luz en ese instante, entran en los bardos siguientes guiados por el karma y los hábitos mentales.
Es como entrar en un sueño sin saber que se está soñando. La mente, entonces, busca una nueva forma de existencia conforme a sus tendencias.
Paralelismos en otras tradiciones
Cristianismo místico (Meister Eckhart): reconocer a Dios como fondo sin forma también disuelve el miedo a la muerte.
Vedanta (Ramana Maharshi): el Ser real nunca nace ni muere; el cuerpo cae, pero “Tú” permaneces.
Alan Watts: la muerte como cambio de forma del todo, sin pérdida.
Deleuze y Guattari: la disolución del sujeto como libertad, el yo como punto de captura que puede deshacerse en devenir.
Una diferencia crucial
En Dzogchen hay confianza en una base luminosa que puede ser reconocida.En Deleuze, sólo hay movimiento, variación constante:
no hay base, no hay esencia, no hay “algo” que deba finalmente ser encontrado.
Pero también una resonancia profunda
Ambos desmontan la noción de “yo”.
Ambos buscan liberar la experiencia de sus capturas fijas.
Ambos apuntan hacia una forma más viva, fluida y libre de habitar lo real.
