Psicoterapia y Educación Somática

Crítica y Clínica
Deleuze propone que la literatura se sitúa en un punto doble:
Crítica: rompe con el lenguaje establecido, desterritorializa la lengua, hace de la escritura una experiencia de límites.
Clínica: toca el cuerpo, la vida, las fuerzas, funcionando como diagnóstico y como experimentación de nuevos modos de existencia.
La literatura, en este sentido, no es solo estética, sino que tiene una función vital: abrir pasajes para una vida posible.
La literatura como síntoma y como salud
Deleuze entiende la escritura literaria como expresión de un síntoma (Kafka, Artaud, Beckett) y, al mismo tiempo, como una línea de fuga. El escritor muchas veces escribe desde el sufrimiento o la enfermedad, pero la potencia de la obra está en extraer de allí una salud, una invención de mundos y formas de vida que escapan a la enfermedad.
Así, la clínica no es en sentido médico tradicional, sino como un diagnóstico de las fuerzas de la vida, un mapa de los modos de existencia que la literatura traza.
El extranjero en la lengua
Un punto crucial es la idea de que el escritor siempre crea una lengua extranjera dentro de su propia lengua. Beckett, Kafka, Proust, Melville: todos son ejemplos de cómo la literatura obliga al lenguaje a salir de sus usos convencionales, abriendo intensidades y nuevas sintaxis. Escribir, para Deleuze, es inventar un “pueblo que falta”, un futuro aún no dado.
Vida y literatura
Deleuze habla de una literatura menor (concepto desarrollado con Guattari en Kafka: Por una literatura menor): no se trata de la literatura de las grandes tradiciones nacionales, sino de aquella que opera desplazamientos, que hace de la lengua algo menor, intensivo, y que da voz a minorías y devenires.
La obra literaria está siempre atravesada por un devenir — devenir-mujer, devenir-animal, devenir-niño. El escritor no habla “en nombre propio”, sino que inventa líneas de fuga que atraviesan la vida.
El estilo y la experimentación
Para Deleuze, el estilo es inseparable de la clínica: es la manera en que un escritor inventa su propia sintaxis, su modo singular de hacer vibrar la lengua. Esa singularidad es, a la vez, un diagnóstico de un mundo (crítica) y la apertura de otro (clínica).
Pensamiento y literatura
El libro muestra que la literatura no está subordinada a la filosofía, ni la filosofía a la literatura. Ambas son modos de creación de conceptos y perceptos. Pero la literatura tiene esa potencia de exponer el límite del lenguaje, de situarse en el punto en que cuerpo y lengua se encuentran. De ahí la proximidad con la clínica: escribir es también forzar al lenguaje para extraer de él nuevas posibilidades de vida.
En resumen: Crítica y clínica presenta la literatura como un ejercicio de experimentación vital, donde crítica (ruptura, desterritorialización de la lengua) y clínica (diagnóstico de fuerzas, invención de salud) se encuentran. Es un libro que coloca la escritura en el corazón de la vida y la vida en el corazón de la escritura.
