top of page

Alan Watts y Gilles Deleuze – Afinidades en la Filosofía del Organismo y la IO

Crítica a la identidad fija y a la separación sujeto-objeto


Ambos, a su manera, rechazan la idea de un sujeto fijo, de un “yo” separado del mundo.Watts afirma que el “ego” es una ficción útil, pero ilusoria. El ser humano no es una entidad aislada, sino una función del campo total, como una ola lo es del océano.Deleuze niega la centralidad del sujeto y propone que el ser es máquina deseante, flujo, multiplicidad en devenir — una producción continua, no una sustancia.En la IO, el organismo no es sustancia, sino campo vivo en resonancia, sin centro fijo, en constante variación — una plegaria intensiva entre fuerzas, afectos y acontecimientos.


La inmanencia como campo de experiencia y creación


Para Watts, el Tao o la realidad última no está en otro mundo, ni es una verdad trascendente. Es lo que está ocurriendo ahora, antes de cualquier juicio.Para Deleuze, la filosofía debe partir del plano de inmanencia: no hay mundo ideal, solo acontecimientos, diferencias, intensidades y variaciones.En la IO, no hay modelo normativo, sino escucha de lo que pulsa. La práctica no apunta a la cura como meta, sino a la expresión singular de lo vivo.


El devenir como flujo e improvisación


Watts ve la vida como música: no se escucha para llegar al final, sino para danzar en el presente. Rompe con la lógica lineal del control.Deleuze propone el devenir: nada es, todo está deviniendo — una metamorfosis sin esencia ni fin.En la IO, el proceso terapéutico es un campo de acontecimientos imprevisibles. No se dirige a un ideal, sino que sigue la pulsación viva del organismo.


Cuerpo y deseo: el organismo como flujo de intensidades


Watts propone que el cuerpo no es recipiente del ego, sino vibración del universo, canal del deseo de la vida.Deleuze y Guattari piensan el cuerpo como cuerpo sin órganos: un campo de intensidades y fuerzas más allá de las estructuras fijas.En la IO, el cuerpo no busca restaurar una forma, sino abrir espacio a variaciones, ritmos y modulaciones que reorganicen la vida desde lo vivo.


El colapso de la representación y la apertura al real


Watts afirma que la lengua es un mapa, útil pero no el territorio. El Zen desmantela el mapa y deja vivir el presente crudo.Deleuze propone una filosofía no representacional, una cartografía del real hecha por conexiones, líneas de fuga y fuerzas inasibles.En la IO, el cuerpo no es interpretado como síntoma, sino escuchado como acontecimiento. La clínica es un arte del encuentro, no una lectura del error.


Conclusión – Una filosofía viva del cuerpo en proceso


La aproximación entre Watts y Deleuze abre una vía donde:- el cuerpo es campo, no cosa- el deseo es potencia creadora, no carencia- la escucha vale más que la interpretación- el presente es más vital que cualquier ideal futuroLa IO encarna esa alianza como práctica viva. Una clínica no centrada en la corrección, sino en la modulación de la experiencia. Una escucha que baila con el Tao y traza líneas de fuga con Deleuze. Un organismo que se transforma al sentir.


Epílogo – Entre la poesía del Tao y el fuego del concepto


Alan Watts habla como quien conversa a la orilla del río. Su lenguaje es agua, música, invitación. No explica: muestra. No analiza: sugiere. Nos llama a ver lo maravilloso del mundo con los ojos desnudos, a escuchar el universo respirando en cada instante.Gilles Deleuze (y Guattari) llegan por otro camino. Su pensamiento es denso, táctico, lleno de conceptos que se doblan sobre sí mismos. Su escritura resiste la comprensión fácil, porque quiere evitar que el pensamiento vuelva a ser domesticado por el sentido común. Ellos no muestran: cortan. No conducen: estallan. No guían: dislocan.Pero en lo profundo, ambos quieren lo mismo: liberar la experiencia del yo fijo, de la representación, de la domesticación. Ambos nos invitan a soltar el control, a dejarnos llevar por la corriente o por el caos.Watts nos lleva a danzar con el misterio. Deleuze nos empuja a romper el sistema. La IO puede ser ese puente entre ambos: donde el cuerpo piensa, donde el pensamiento respira, donde la clínica se vuelve arte, ética y presencia. Un Tao encarnado y un rizoma sensible. Una filosofía que se hace carne y una carne que se hace pregunta.Entre el agua de Watts y el fuego de Deleuze, la IO camina descalza, al ritmo del pulso vivo.

bottom of page